¡Buenas noches, amig@s! Expectativas parentales… ¿Cuántas tenemos? ¿Cuánta presión recae sobre nuestros hijos por culpa de nuestras expectativas? Todas nuestras hijas e hijos van a la escuela y, no solo eso, queremos que vayan a la universidad. Y eso está bien, ¿no? ¿Nos hemos parado a pensar por qué queremos que vayan a la universidad? Por supuesto que sí, para que tengan un futuro provechoso. Sin embargo, si lo pensamos bien, ¿estamos seguros de que tendrán un futuro provechoso (entiéndase como tal un trabajo que les permita independizarse y desligar su vida de la nuestra económicamente. O no…) si van a la universidad y obtienen un título? No. Por desgracia no hay ningún tipo de seguridad. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en que acaben sus estudios? Y, lo más importante, ¿por qué los coaccionamos para que estudien una carrera “con futuro”? Probablemente porque es lo que nuestros padres hicieron con nosotros, con la diferencia de que, para nosotros, sí que había una posibilidad mayor de obtener un buen empleo si tenías un título universitario. Pero la realidad es que ni la totalidad de nuestra generación ni la de la generación de nuestros padres ni, por supuesto, la totalidad de la generación de nuestros hijos quería o quiere ir a la universidad ni quería o querrá estudiar lo que a nosotros nos parezca mejor. Sabiendo esto y añadiendo a la receta que un título no les dará la seguridad de obtener un buen empleo y teniendo como postre el hecho de que, seguramente, tendrán que sacarse algún master que nos cueste (o a ellos) un ojo de la cara para luego seguir sin tener esa seguridad que tanto anhelamos, ¿por qué seguimos empeñados en lo mismo? Su presente no es el nuestro y nuestro presente tampoco era el de nuestros padres pero seguro que hay alguno entre vosotros que eligió su carrera porque la que de verdad le gustaba no le daría de comer (consejo paterno-materno). Puede que, a pesar de esto, seáis felices en vuestro trabajo u os hayáis dado cuenta de que, aunque no era lo que en un principio queríais hacer, ha resultado ser una buena elección que os ha hecho sentiros satisfechos, pero apostaría a que la mayoría de vosotros va a trabajar porque “de algo hay que vivir” y, si no estáis seguros, haceos esta pregunta: Si os tocara la lotería y con ello tuvierais la posibilidad de dejar de trabajar, ¿lo haríais? Si la respuesta es sí, entonces no sois realmente felices con vuestro trabajo actual. ¿Es lo que deseamos para nuestros hijos?

Nos empeñamos en mejorar las cosas que no se les dan bien olvidándonos de reforzar las que verdaderamente los hacen seres excepcionales (da igual que sea danza, matemáticas, física o música). Evidentemente, deben aprobar todas las asignaturas que llevan en el curso y es natural que les ayudemos a superar las que les resultan más complicadas pero, ¿por qué no apoyamos también o más lo que verdaderamente les gusta, su verdadera inteligencia?

Según Howard Gardner1 no hay una sola inteligencia sino ocho:

1.- INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA

Capacidad de dominar el lenguaje, tanto verbal como escrito, y la comunicación oral y gestual.

Suele darse en escritores, periodistas y políticos.

2.- INTELIGENCIA LÓGICO-MATEMÁTICA

Es la capacidad de resolver problemas lógicos y razonar ante ellos.

Científicos, informáticos o ingenieros tienen este tipo de inteligencia.

3.- INTELIGENCIA ESPACIAL

Permite observar el entorno e interpretarlo así como generar imágenes que no

existen. Esta inteligencia capacita a elaborar un criterio sobre lo que es correcto visualmente y detectar detalles que suelen pasar desapercibidos.

                Está presente en arquitectos, ajedrecistas y pintores.

4.- INTELIGENCIA MUSICAL

Las funciones vinculadas con la interpretación y la composición de música están más desarrolladas.

Es propia de aquellos relacionados con el mundo de la música.

5.- INTELIGENCIA CORPORAL Y CINESTÉTICA

Es aquella que utiliza las habilidades motrices para expresarse y ejecuta movimientos complejos. Por otra parte, hay un seguido de capacidades más intuitivas como el uso de la inteligencia corporal para expresar sentimientos mediante el cuerpo.

Se da en actores, deportistas, bailarines y artesanos.

6.- INTELIGENCIA INTRAPERSONAL

Facilidad para la compresión de los sentimientos y las emociones así como para la toma de decisiones.

Suele presentarse en profesores, psicólogas y pedagogos.

7.- INTELIGENCIA INTERPERSONAL

Facilita poder captar e interpretar el lenguaje no verbal. Capacidad de empatizar con los demás.

Es común entre la gente que trabaja con grupos numerosos.

8.- INTELIGENCIA NATURALISTA

Es la capacidad de relacionarse con el entorno natural.

Se encuentra más desarrollada en las personas que se relacionan con las especies animales y vegetales, fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos de la naturaleza.

 

“Durante décadas, la inteligencia lógico-matemática fue considerada la inteligencia en bruto. Suponía el axis principal del concepto de inteligencia y se empleaba como baremo para detectar cuán inteligente era una persona. Los célebres test de cociente intelectual (IQ) se fundamentan en este tipo de inteligencia y, en menor medida, en la inteligencia lingüística.” (Teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner aquí )

Si pensamos en la educación pública, sobre todo en los colegios, ¿qué asignaturas son las que verdaderamente se valoran, las que se consideran importantes? LENGUAJE y MATEMÁTICAS, las también llamadas asignaturas instrumentales. En palabras de Esperanza Gijón: Este concepto va asociado a la idea de considerar el término instrumento como un medio para hacer una cosa o conseguir un fin. Es fácil de entender que desde esta perspectiva las materias de Lengua y Matemáticas, en las sucesivas reformas educativas, hayan adquirido esta consideración. Pero, ¿no pretenden lo mismo las ciencias o las artes o la historia? Entonces, ¿por qué las matemáticas y la lengua sí y el resto no? Tendríamos que echar la vista atrás y detenerla en el siglo XIX puesto que las bases de nuestro sistema educativo están allí. El sistema educativo público se instauró tras constatar la necesidad, durante la Revolución Industrial, de que los trabajadores supiesen al menos leer, escribir y hacer cuentas. De eso hace ya doscientos años (algo más). El mundo ha cambiado en ese tiempo, las necesidades del ser humano también y los puestos de trabajo se transforman constantemente o surgen empleos que nunca antes habían existido a consecuencia de estos cambios en el mundo y en nuestras necesidades. ¿No debería entonces cambiar también el sistema educativo? Soy consciente de que se hacen esfuerzos en esa dirección pero son pocos y están muy dispersos y, la mayoría, no se hacen en la educación pública porque no está en el currículo que los niños reciban una atención individualizada según sus inteligencias sino según su ritmo de aprendizaje. Evidentemente, hay que tenerlo todo en cuenta: Los maestros y maestras no solo están presionados por la ley sino que no disponen de los mismos recursos que un colegio privado. Eso no quiere decir que no pueda hacerse un cambio, solo que es mucho más difícil y mucho más lento.

En conclusión, si tu hijo no saca buenas notas en mates o lengua será, posiblemente, porque su inteligencia sea otra. Habrá que observarlo y descubrir en qué es bueno o buena, porque todos somos buenos en algo, y potenciarlo para que sea mejor y, sobre todo, feliz.

Como final os contaré una anécdota que cuenta Ken Robinson2 en una de sus charlas:

“Estaba en una firma de libros y a una de las personas que vino le pregunté:

– ¿A qué te dedicas?

– Soy bombero.

– ¿Cuánto tiempo llevas siendo bombero?

– Yo siempre quise ser bombero.

– ¿Y cuándo lo decidiste?

– Cuando era un niño.

– Pero en la escuela la mayoría de los niños quieren ser bomberos.

– Pero yo, de verdad quería ser bombero. Sin embargo, cuando llegué al último año de la escuela mis maestros no tomaban en serio mi decisión de ser bombero, en concreto uno de ellos que me  dijo: Desperdiciarás tu vida si todo lo que quieres hacer es ser bombero. Deberías ir a la universidad y convertirte en un profesional (como si ser bombero no fuese una profesión); tienes un gran potencial y estás desperdiciando tu talento si lo malgastas en eso. Fue humillante porque me lo dijo delante de toda la clase y yo quería ser bombero. Pero como era lo que yo quería, tan pronto salí de la escuela, me presenté al cuerpo de bomberos y fui aceptado.

>>Mientras te escuchaba hablar, recordaba a este profesor porque, hace seis meses, le salvé la vida. La suya y la de su mujer. Tuvieron un accidente de coche, los saqué del interior y a él lo reanimé practicándole una RCP (Reanimación CardioPulmonar, la última jornada que realizó la AMPA para que vuestros niños y niñas también sean capaces de salvar vidas). – Y luego añadió – Creo que ahora ese profesor piensa mejor de mí y de la profesión que decidí escoger.

No hay profesiones mejores o peores, solo profesiones. Deseemos que nuestros hijos e hijas elijan una que les haga verdaderamente felices y ayudémosles a conseguirlo.

 

1 Es un psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, conocido en el ámbito científico por sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas y por haber formulado la teoría de las inteligencias múltiples. Por esta teoría y por sus implicaciones en la mejora global de la educación le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011.

2 Es un educador, escritor y conferencista británico. Doctor por la Universidad de Londres, investigando sobre la aplicación del teatro en la educación. Robinson es considerado un experto en asuntos relacionados con la creatividad, la calidad de la enseñanza, la innovación y los recursos humanos. Debido a la relevancia de su actividad en los campos mencionados, especialmente en relación a la necesidad de incorporar clases de arte al currículum escolar, fue nombrado sir por la reina de Inglaterra, Isabel II en 2003.