¡Buenos días, amigxs! El otro día mi hijo pequeño estaba un poco frustrado porque había una serie que quería ver y a la que le dijimos que no puesto que no era adecuada para su edad. Estuve hablando con él y explicándole el motivo por el cual no era una serie que él pudiera ver ahora y me dijo que tenía ganas de ser mayor para tener más libertad de elección y poder hacer y ver lo que quisiera para ganar dinero con su trabajo, acostarse tarde… Recordé entonces cuántas veces pensé yo, cuando era pequeña, que quería ser mayor por el mismo motivo y qué equivocada estaba. Cuando somos pequeños tenemos la loca idea de que, cuando seamos mayores, todo será perfecto. Desde luego, puedo ver lo que quiera, pero mi libertad es relativa puesto que está condicionada por hijos, familia y trabajo y, siempre que tengo un hueco, amigas. Cuando somos pequeños pensamos que cuando seamos adultos solo tendremos que seguir el camino marcado, que las respuestas llegarán sin más y que nuestro trabajo (uno que nos apasione) nos permitirá llevar una vida más o menos estable, salir, divertirnos… ¡Jajaja! No.

Instagram es una de las RRSS que más utilizo. Muchos de sus usuarios venden perfección en sus cuentas: la cena perfecta, la salida perfecta, la familia perfecta… Eso es lo que está de moda. Sin embargo, la perfección no existe, ni en la vida familiar ni en la laboral ni en el mundo. Y también es un concepto relativo, lo que es perfecto para ti, puede que no lo sea para mí. Pero todos queremos llegar a algún tipo de perfección, también nuestros hijos, lo cual les lleva a frustrarse y castigarse por no conseguir algo que es imposible de conseguir. El error nos parece una forma de abordar las cosas carente de sentido cuando, en realidad, es completamente al contrario, equivocarse es lo que más sentido tiene.

Una anécdota que cuentan sobre Edison (si es que fue él el que inventó la bombilla y no Tesla) es que cuando le preguntaron cuántas veces se había equivocado hasta crear su primera bombilla dijo: “Ninguna. He aprendido 1999 formas de cómo no hacer una bombilla”. Y ahí es donde está la clave del éxito en no considerar al error como un fracaso sino como una forma de aprendizaje.

El video de cabecera que os he compartido es de Raquel Brune, escritora y booktuber. En él hace una reflexión sobre el perfeccionismo y lo que supuso para ella cuando era niña, cuál fue el libro que la ayudó a cambiar su punto de vista y de un montón de cosas más. Quizá os guste compartirlo con vuestros hijos. Espero que lo disfrutéis. ¡Nos vemos!