¡Buenos días, amigxs! ¿Cómo que no existe? Me diréis. El concepto FELICIDAD como “estado de ánimo del que disfruta de lo que desea” sí que existe. Está ahí, en nuestra vida, pero no siempre. Tenemos momentos felices que salpican nuestro camino de flores pequeñas que vamos atesorando como joyas en la memoria y luego están los momentos verdaderamente dichosos, esos que hacen que el corazón te estalle de contento, que recordamos porque no son incontables.
Yo me considero una persona feliz. No solo feliz, también afortunada. Y, sin embargo, no soy feliz todo el tiempo (creo que, si eso fuera posible, nuestro cerebro implosionaría o nos volveríamos locxs; desde luego no sería bueno para nuestra salud mental) y no importa. Al contrario, creo que como en INSIDE OUT (“Del revés” en España), la felicidad está sobrevalorada o que quizá infravaloramos el resto de las emociones (aunque la felicidad no es exactamente una emoción pero, para el caso, es lo mismo).
Hay veces en las que necesitamos enfadarnos y otras en las que hay que llorar a moco tendido (y, si no puedes y lo necesitas, pues te pones “Magnolias de acero” y verás como lo consigues; ríes y lloras a partes iguales).
La vida no es un camino de rosas y eso lo sabemos todos sin excepción. Pero hay que hacer que valga la pena. Intentemos ver el lado bueno de las cosas, sacarle partido a los fracasos, levantarnos después de caer, compartir nuestras victorias y, sobre todo, nuestras derrotas. En definitiva, al menos durante un momento, ser felices cada día.
¡Nos vemos!
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