¡Buenos días, amigxs! Hoy voy a empezar compartiendo con vosotrxs el comienzo del primer capítulo de un libro.
Capítulo 1: La fascinación del transformismo
«Me acerqué al mundo de los insectos cuando tenía apenas cinco años, una edad en la cual los límites entre realidad y fantasía aún son borrosos. Y la historia del gusano que se convierte en mariposa que me contaba el abuelo Enrico en aquel lejano verano en Zafferana, también podía ser una fábula: las narraciones para la infancia son pródigas en milagrosas transformaciones, obra de hadas y magos.
Pero el abuelo, que había hecho un verdadero arte de su profesión de enseñar y sabía provocar en quien le escuchaba un inmediato interés, me propuso seguir, junto con él, la «aventura del gusano». Al atardecer, en un jardín, en una ligera hoja de férula, encontramos uno bellísimo, de librea verde con anillos negros salpicados de anaranjado; para mí fue como si me alcanzara un rayo y, al igual que Alicia, me encontré de pronto en el País de las Maravillas.»
Esta es la oruga de la que habla el texto que acabáis de leer.
Este fragmento de capítulo pertenece al libro «Elogio al insecto» de Enrico Stella. Lo compré en un mercadillo de libros de segunda mano porque siempre he sentido curiosidad por los bichos. En mi familia, soy yo la que se encarga de ellos: los cojo (a veces con las manos y otras atrapándolos en un vaso con un papel debajo) y los saco al patio. Si puedo evitarlo, en mi casa no se mata nada, no en vano cuando alguno de mis hijos grita: «¡Un bicho!», mi marido les responde: «De eso se encarga tu madre». ¿Habría estudiado entomología? No. Pero soy curiosa por naturaleza y el hecho de escribir historias también influye. Los insectos son muy interesantes y extremadamente particulares también; pueden proporcionarte muchas ideas.
En fin, lo que nos pregunta el biólogo y entomólogo José Carlos Otero al principio del vídeo es qué pasaría si un día nos levantáramos y los insectos hubiesen desaparecido de la faz de la Tierra.
Somos eslabones de una cadena que tiene en uno de sus extremos la Vida y en el otro la Muerte. Y nuestra particularidad como eslabones es que dependemos unos de otros. Si los insectos desaparecen, provocarán una reacción en cadena que acabará afectándonos y acercándonos peligrosamente a la muerte. Pero no a cualquier muerte sino a la EXTINCIÓN.
Si queréis ver el vídeo completo, pinchad aquí. Nos vemos.
Nota: Las imágenes son gentileza de Pixabay.com (banco de imágenes libres de derechos)