¡Buenos días, amigxs! Cuando decides ser madre o padre, no te pasa que piensas: “él/ella será todo lo que yo no he podido ser”. Y lo calculas todo al milímetro y eres feliz porque conseguirá lo que tú no has conseguido… El problema es que entonces tu futurx hijx pasa a ser un proyecto en tu vida más que un hijo/a.

Nota: Hay una película juvenil que va de una academia muy prestigiosa de ballet. Se llama El ritmo del éxito y la relación entre uno de los personajes (el de la “bailarina perfecta”) con su madre es un ejemplo muy evidente de esto. Por si quieres verla con tu/s hijxs.

Pero es muy duro para un/a niñx sentir que la felicidad de sus padres depende de lo que consiga en la vida. Es una carga muy pesada, es mucha presión y puede acabar desembocando en una adolescencia problemática.

Todos llevamos una mochila a la espalda y cuanto antes se llene, antes explotará.

La adolescencia es un momento muy complicado de nuestra vida y no solemos gestionarlo bien porque nadie nos enseña nada sobre ella. Es como una etapa proscrita que has de pasar porque no queda otro remedio, pero que será más un sufrimiento (para él/ella y para sus padres -que también fuimos adolescentes, no nos olvidemos-) que otra cosa. Vamos, una época ideal para que la mochila estalle.

Tengo dos hijos adolescentes en casa (uno saliendo de ella y el otro entrando) y no ha sido el mismo tipo de adolescencia en uno que lo está siendo en el otro. Son dos personas distintas por lo tanto no reaccionan igual a las mismas cosas. Así que, cuando piensas que sabes algo sobre esa etapa, te llega el siguiente hijx y resulta que no sabes nada. Puede resultar muy frustrante.

Aprender sobre la adolescencia es como aprender informática: hay que reciclarse todo el tiempo.

La educación es difícil, por eso admiro tanto a los maestrxs. Pero si nos esforzamos en aprender de nuestros errores, en hacerlo mejor cada día, en pedir disculpas si sabemos que nos hemos equivocado, en escuchar a gente que sabe más que nosotrxs y a nuestrxs hijxs que también tienen cosas que decir… Es señal de que somos buenos padres.

Nadie es perfecto. Sin embargo, lo importante, creo, es ser conscientes de nuestros defectos, de lo que adolecemos o abusamos, y tratar de solucionarlo o de enmendarlo si no queda más remedio.

Lo que da valor a lo que somos es hacerlo lo mejor posible, saber que nos hemos equivocado y que nos equivocaremos, pero que siempre daremos un paso más hacia delante. Cada día.

¡Nos vemos!

 

Nota: Si quieres ver el vídeo completo (es genial, muy inspirador y revelador), pincha aquí